“Tal vez
–piensan sus hijos- ese pasado turbulento,
sangriento, ese constante guerrear
en nombre
de sus ideales, confusamente llamados Patria,
Pueblo, Independencia,
y tantas veces traicionados,
había sido su vida y también su condena”.
Juan Carlos
Martelli
Seis hombres encapuchados cruzaron de
madrugada las galerías desiertas. Se movían entre las sombras en riguroso
silencio, pero su actitud era serena y decidida. Afuera el clamor de la fiesta
había cesado y sólo se escuchaba la canción obscena de un grupo de borrachos
que aún seguían despiertos. Avanzaron en dirección al Sagrado a través del
oscuro laberinto de corredores, patios y galerías; y finalmente giraron a la
derecha por un corredor abovedado. Cerca de la arcada tenuemente iluminada que
se abría al otro extremo, tres de ellos se descubrieron la cabeza y sacaron los
mazos de madera que llevaban entre los pliegues de las túnicas.