Había nacido en La Habana en 1853 y murió en dos Ríos, en 1895, peleando por la independencia de Cuba. Su compromiso, su obra y su legado convirtieron a José Martí en el principal prócer nacional y en el referente ideológico de todos los proyectos cubanos de nación, rescatado de un extremo al otro del espectro político. Poeta, narrador, periodista, docente, abogado, viajero, diplomático fue, ante todo, un independentista y un americanista.
            A poco de publicar sus primeros escritos políticos fue condenado a seis años de trabajos forzados por el delito de "infidencia". Tenía dieciséis años. Tras dos de encierro se le conmutó la pena por el destierro a España. Llegó a la metrópolis en 1871 y allí se licenció en Derecho y en Letras. En 1874, tras una breve estancia en París, regresó a América.
            Vivió tres años en México y uno en Guatemala, donde se desempeñó como profesor de Literatura y de Historia de la Filosofía. En 1878 viajó a Venezuela y luego regresó a La Habana, pero al año siguiente fue nuevamente deportado a España por profesar ideas revolucionarias. Sin embargo, José Martí ya no estaba dispuesto a quedarse en Europa. Había recorrido América, se había interesado en su historia y se había involucrado con su porvenir. En 1881 volvió a cruzar el Atlántico y se instaló en Estados Unidos, donde viviría los quince años más intensos de su vida. 




          Desde Nueva York publicó, entre otras obras, sus Escenas Norteamericanas (1881), los poemarios Ismaelillo (1882), Versos Libres (1882) y Versos Sencillos (1891), la novela Amistad Funesta (1885) y su ensayo Nuestra América (1891), considerado uno de los textos más relevantes de la historia del pensamiento americanista. Al mismo tiempo extendía su labor periodística de un extremo al otro del continente como nadie lo había hecho antes. Fue colaborador en The Sun y The Hour en Nueva York; y corresponsal en Estados Unidos de El liberal de México, La República de Honduras, La Pluma de Bogotá, La Opinión Nacional  de Caracas, La Nación de Buenos Aires y La Opinión Pública de Montevideo. 
         En vistas del proceso de decadencia del imperio español, Martí emprendió la ardua tarea de convocar y unificar a los diversos grupos de independentistas cubanos radicados en Estados Unidos que, a su vez, gestionarían el apoyo interno en la isla. En 1891 renunció a la presidencia de la Sociedad Literaria Hispanoamericana y a sus tres cargos de cónsul en Estados Unidos por Argentina, Uruguay y Paraguay. Al año siguiente fundó el Partido Revolucionario Cubano, del que fue nombrado Delegado. Pero también su gesta revolucionaria fue de corte americanista. Para su organización Martí viajó a México, a Jamaica, a Panamá, a Costa Rica y a la República Dominicana. A pesar de haber recorrido el continente buscando apoyo, cabe destacar que no recurrió a Estados Unidos, en cuya vocación imperialista había advertido una amenaza para el hemisferio.   
           Para llevar a cabo su proyecto el hombre de leras debió transformarse en hombre de armas. En efecto de aquí en adelante sólo escribiría textos de campaña, como el Manifiesto de Montecristi y los diarios De Montecristi a Cabo Haitiano y De Cabo Haitiano a Dos Ríos. El 11 de abril de 1895 el Ejército Libertador desembarcó en Cuba para librar la llamada Guerra Necesaria y José Martí fue nombrado Mayor General. El 19 de mayo cayó en combate y pasó a la historia grande de nuestro continente.